Desde hace unos días circula por internet la
carta que Amy Murray, la directora de
educación infantil en la Calgary French & International School en Canada
escribió dirigiéndose a los padres de sus alumnos.
En ella, hace referencia a ESE NIÑO que “siempre”
pega y se porta mal y del que todos los padres tienen quejas.
Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega
con una historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando,
pellizcando, molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre
va de mi mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la alfombra, y a
veces se sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de
jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la
valla del patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que
tiró la leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito.
Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja
de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más
terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de
vuestro hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que
vuestro hijo salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien.
Os preocupa que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que
vuestro hijo empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os
preocupa que vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé
cuenta de que le cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es
ESE chico. Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz
de compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para
hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de
jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin engaños.
Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.
Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me
preocupo por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las
letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva
siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no
abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B
del revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a
estas preocupaciones.
Pero, lo sé, quereis hablar sobre ESE niño. Porque la B
invertida de Talitha no le va a poner un ojo morado a vuestro hijo.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los
18 meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para
descartar alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un
horrendo divorcio, y que está viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela
beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le
agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por
esto entra en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la
acogida vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por
esto duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia
doméstica.
De acuerdo, decís, entendéis que no puedo compartir
información personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al
respecto de su comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse.
No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana,
y que ambos habitualmente lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal
secreta con las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi
regazo porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.
No puedo contaros que he estado rastreando
meticulosamente sus incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido
de 5 incidentes al día, a 5 por semana.
No puedo contaros que la secretaria del colegio ha
aceptado que le mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que
necesita un cambio de escenario.
No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión
de docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que
le echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que
haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros
sobre ESE niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas y que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las vacaciones de Navidad.
No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso
cada mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje
con el carrito.
No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos
meteorólogos.
No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta
a los lápices durante el recreo.
No puedo contaros que estruja al pelo de su mejor amiga
en el descanso.
No puedo contaros que, cuando algún compañero llora,
cruza el aula para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las
historias.
El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de
VUESTRO hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE niño…
No compartiré vuestros asuntos personales con otros
padres de la clase.
Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con
amabilidad.
Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras
reuniones, y si me dejais, os sujetaré la mano mientras lloráis.
Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los
servicios especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales
en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos
extras cuando más lo necesite.
Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar.
Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas
las cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas
asombrosas especiales maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO
hijo…
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra.
Es cierto que habitualmente encontramos dentro de
las aulas ejemplos similares al de ESE NIÑO y no siempre nos paramos a pensar
en las circunstancias que hace que ESE NIÑO se porte como se porta. Cada uno de
nuestros alumnos es especial e importante para nosotros y sabemos que en cada
caso tenemos que preocuparnos por alguna cosa.
No queremos decir que todos los niños que pegan padezcan
situaciones como las del niño de la carta, pero estamos seguros que, si habéis
leído la carta hasta el final, podéis comprender un poco mejor que cada alumno
es “un mundo” y tiene unas circunstancias diferentes de las que no siempre
somos conscientes.
En el cole, nos gusta mucho la palabra EMPATÏA y es por eso que con esta carta os pedimos que os pongáis en el papel “del otro” antes de ponerle etiquetas a ningún niño y hacer que se convierta en “el pegón” de la clase.
En el cole, nos gusta mucho la palabra EMPATÏA y es por eso que con esta carta os pedimos que os pongáis en el papel “del otro” antes de ponerle etiquetas a ningún niño y hacer que se convierta en “el pegón” de la clase.
La leí en Facebook hace unos días y me pareció estupenda, muchos padres que demonizan a otros niños de la clase de sus hijos, deberían leerla varias veces y ponerse en el lugar del otro, antes de meter cizaña. También decir que ante una profesora así me quito el sombrero, eso es dedicación y amor por su trabajo, no todos los niños tienen que ser iguales y a cada uno les tenemos que dar lo que necesitan. Paciencia en casa (lo primero) y Paciencia en el colegio
ResponderEliminarNos encanta que publiquéis tantas cosas. Muchas gracias
ResponderEliminarSe me han puesto los pelos como escarpias,de vez en cuando necesitamos que nos recuerden que son niños y todos diferentes con sus peculiaridades,hasta los propios.
ResponderEliminarUn olé.. por la maestra.